Ayer tuve la lucidez de acompañar a Xerelé a pastar sus vacas por el campo durante todo el día. De sol a sol, despidiéndonos de su familia cuando el sol empezaba a sonreír (12.30 en el calendario Etíope), no sin antes tomar pura leche de oveja natural recién ordeñada para coger fuerzas, y volviendo a casa justo antes de perder los últimos destellos solares, cuando la madre prepara la cena para los suyos.
Xerelé, el pequeño gran hombre, es un niño de sonrisa sincera y mirada penetrante a pesar de tener tan sólo 12 años. Es el encargado de cuidar las vacas(sa
Pasan el día en la naturaleza, sin comida, beben de los charcos de agua fangosa que encuentran por el camino, los animales se hidratan junto a ellos. De hecho, ellos también son animales. Son fuertes, resistentes, valientes. De corta edad, pero hace tiempo que dejaron de ser niños, son hombres. Hombres de verdad.
De físico estilizado, pura fibra, piernas altas y delgadas. Piel oscura, aclarada por el polvo, miradas sabias y sencillas. Conocen todos los secretos de su entorno natural, el nombre y las funciones de cada planta, los animales, saben la hora con tan sólo observar la posición del sol y la intensidad con la que castiga… Así son ellos. Así son los hijos del sol. Poseedores de una resistencia física y psicológica casi inhumana ganada a base de sacrificio y coraje.
Mi más mayor admiración y respeto hacía ti, Xerelé. Un homenaje para los hijos del sol. Héroes silenciosos.
Eiii míster!!
ResponEliminaÉs un dels teus millors escrits (des del meu humil parer) perquè sens dubte emana i té molta força.
No cal que et digui que tens un do molt important del qual n'has sabut treure-li partit. ;)
Que vida no? y ellos son felices, la verdad es que cuando veo cosas asi me sorprende que todavia nos quejamos cuando no podemos tener tal o cual perfume, o tal zapato, no se, es solo una reflexion.
ResponEliminaun saludo!
es un blog muy interesante!